Transformarnos, cuando menos nos incomoda, porque a nadie nos gusta cambiar la rutina aprendida, los procesos diseñados y sobre todo porque nos consume tiempo y gasta nuestras energías. A partir de ahí, TODO son inconvenientes e incertidumbres en una transformación.
Pero además, cuando la transformación nos viene obligada porque no sabemos por qué ya no funcionan nuestros productos o servicios y, mucho peor, cuando ya no encontramos a nuestros clientes donde siempre los encontrábamos porque ellos ya se han transformado, entonces la transformación se vuelve un proceso doloroso y urgente.
Si no nos preparamos y controlamos nuestra transformación, desgraciadamente acabará con nuestros modelos de negocios y con nuestras compañías. Mejor transformarnos controlando que ser transformados sin control.
La transformación originada, por lo que Ismael Nafrías denomina, en su libro La reinvención de The New York Times, la revolución digital, y que ha provocado un cambio en el consumo de contenidos por parte de los lectores de periódicos, es la misma que han experimentado el resto de la industria editorial en el mundo y su consecuencia ha sido la misma en sus lectores.
La razón que la ha originado, han sido los mismos cambios en los hábitos de consumo de contenidos editoriales pero además la aparición de nuevos actores que han cambiado las reglas para la promoción y comercialización de los mismos. Las consecuencias han sido exactamente iguales en los periódicos que en el resto de la industria, el desmoronamiento, en unos casos mas y en otros menos, de negocios sólidos con largos recorridos.
Es cierto que en los periódicos se suma el tema de la publicidad, que no tiene un paralelismo con el resto de industrias editoriales, pues los periódicos han sido receptores de gastos publicitarios y los editores en todo caso han sido consumidores de esta publicidad. Pero los motivos que han generado la drástica reducción de ingresos publicitarios en los periódicos, han sido los mismos que han obligado a los editores a rediseñar sus procesos de promoción, esto es, el nacimiento de nuevos actores en el mundo digital que han atraído a los antiguos lectores de periódicos físicos y que ahora se han convertido en los mejores escaparates para la promoción de todo tipo de productos. Google, Facebook y el resto de RRSS son ahora los receptores de buena parte de la publicidad que antes iba a los periódicos y ahora también los editores tradicionales han tenido que transformar sus estrategias para promocionar sus obras, introduciendo como medios clave los Addwords de Google y las estrategias en RRSS.
También es cierto que las iniciativas de toda la industria, para adaptarse a la digitalización de su contenido y su comercialización a través de Internet, no ha tenido el éxito esperado. Ni los periódicos han logrado crear un modelo de negocio sostenible y rentable para sus ediciones digitales y tampoco el resto de editores han logrado crear un modelo de negocio de sus ediciones digitales que pueda contribuir adecuadamente a la baja de ventas de sus ediciones en papel. Y agitando todo esto la velocidad del cambio, sin apenas dar oportunidad al diseño y validación de algunas soluciones, con las que algunas compañías están intentando moverse en medio del cambio.
Hay muchas mas preguntas que respuestas para todo lo que está aconteciendo, pero en los próximos post seguiremos analizando la transformación de The New York Time que les ha permitido construir una alternativa viable y de futuro. Y también plantearemos, desde nuestro punto de vista, como trasladarla al resto de la industria editorial.